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Linzagolix en miomas uterinos

MEDICAMENTOS EN ESPAÑA

Aspectos fisiopatológicos

Los miomas uterinos , también llama dos fibroides uterinos o leiomiomas, son tumores benignos que se desarro llan en las paredes del útero a partir de las células musculares lisas del mismo. Tienen un carácter monoclo nal (se originan a partir de una única célula) y son hormono-dependientes, especialmente sensibles a los estró genos, principales responsables de su crecimiento. Según su localización en el útero, hay miomas miometriales (en la pared muscular del útero), submu cosos (bajo la superficie del reves timiento uterino), subserosos (bajo la cubierta más externa del útero) y pediculados (en forma de tallo o de pedúnculo presente en la parte más externa –“hacia fuera”– o más interna –“hacia dentro”–). Se trata del tipo de tumor más común del tracto reproductor en la mujer en edad fértil. Se cree que llega a ser la causa de un 14 % de las consultas de ginecología, hasta el punto de que puede estar presente en el 20-40 % de estas mujeres, con una prevalencia 1 que aumenta con la edad: siendo infrecuentes en mujeres menores de 20 años, se estima que aproximadamente la mitad de las mujeres tiene algún mioma hacia los 50 años, con una frecuencia máxima en el grupo de 50-54 años. También se han descrito como factores de riesgo de desarrollo de miomas ute rinos los siguientes: raza negra (las mujeres afroamericanas tienen una incidencia unas 3 veces mayor que las caucásicas o asiáticas), historia familiar, hábito tabáquico, tiempo desde el último parto, hipertensión e índice de masa corporal elevado. La mayoría de los miomas uterinos, afortunadamente, son asintomáticos (≈70 %) y solo requieren su super

mujer. En muchos casos puede haber más de un mioma, generalmente de diferente tamaño. El abordaje actualmente recomen dado de los miomas sintomáticos no cancerígenos suele pasar por un enfoque individualizado según clínica, comenzando siempre que sea posible por tratamientos farmacológicos o mínimamente invasivos, de manera previa a la cirugía. El tratamiento quirúrgico procede especialmente en mujeres preme nopáusicas cuando el o los mio mas alcanzan un tamaño grande o provocan trastornos significativos a la mujer, sobre todo cuando hay dolor, hemorragias uterinas grandes (lo que determina la presencia de anemia), infertilidad o incontinen cia urinaria de urgencia. La cirugía puede abordarse con intención con servadora (miomectomía 2 o ablación selectiva del endometrio) o bien radical (histerectomía o extracción completa del útero), dependiendo su elección de las características de la paciente (edad, deseo gestacional, tiempo hasta menopausia, etc.) y de su enfermedad (tipo, localización y tamaño de los miomas). En todo caso, la recurrencia de las mani festaciones si se hace una cirugía conservadora es alta (1 de cada 4 mujeres necesitarán un tratamiento adicional), lo cual, unido a la falta de alternativas eficaces a largo plazo, hace que muchas mujeres sigan re curriendo a la histerectomía, la téc nica aún más frecuente en pacientes con miomas uterinos. En aquellas pacientes no candidatas o que rechazan o posponen la ciru gía, se usarán alternativas farma cológicas . Se han empleado varios

visión clínica periódica –en el caso de haber sido detectados en alguna revisión ginecológica– para determi nar si ha habido algún crecimiento en volumen o en la forma. Cuando aparecen, los síntomas más comu nes son: metrorragia (hemorragias eventualmente graves), dismenorrea, anemia, aumento de la frecuencia urinaria y dolor abdominal. En líneas generales, se estima que un 25 % de las mujeres en edad reproductiva con miomas uterinos presenta síntomas (que suelen debutar entre los 20 y los 30 años y empeorar con el tiem po a medida que los miomas crecen en número y tamaño) y, de ellas, otro 25 % necesitará tratamiento debido a la gravedad de las manifestaciones. Grosso modo , los miomas son consi derados uno de los mayores respon sables de morbilidad ginecológica, con un importante impacto en la salud y calidad de vida de la mujer, pudiendo disminuir la fertilidad. Su etiología es desconocida, aun que su crecimiento está claramente influenciado por los estrógenos. En tanto que los niveles altos de estos se mantienen durante la edad fértil, po siblemente los miomas seguirán cre ciendo, por lo general de forma lenta. Tras la menopausia, la drástica reduc ción de los niveles de hormonas se xuales determina el enlentecimiento o la detención de su crecimiento, aunque en algunas mujeres se pue den seguir desarrollando –por efecto de otros mediadores como la pro gesterona y factores de crecimiento locales– hasta alcanzar un tamaño ciertamente grande (algunos pueden llegar a pesar > 2 kg), ocupando todo el volumen del útero, distorsionán dolo y desplazando a otros órganos del abdomen, llegando a provocar importantes complicaciones para la

2 La miomectomía suele ser el procedimiento elegido para las mujeres que de sean tener hijos, ya que por lo general se puede preservar la capacidad de procrear; no obstante, pueden crecer más miomas después de la miomectomía. Otra alterna tiva que preserva la fertilidad es la embolización de las arterias uterinas , que permite evitar el riego de sangrado asociado al mioma y limitar su viabilidad, induciendo el encogimiento e incluso su degeneración.

1 Una revisión sistemática reportó una incidencia anualizada dependiente de la población de estudio y de los métodos diagnósticos, que oscila entre 217 y 3745 ca sos/100 000 mujeres, y una prevalencia también variable según esos criterios, entre el 5 % y el 69 % (Stewart et al. , 2017).

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