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Avances farmacológicos en la lucha contra la obesidad
REVISIÓN
INTRODUCCIÓN
Figura 1 . Principales enfermedades asociadas a la obesidad. Tomada de (Díez et al ., 2019).
La obesidad es una enfermedad cróni ca compleja con una elevada preva lencia en todo el mundo. Definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un exceso de grasa cor poral que puede perjudicar la salud , la obesidad ha pasado de ser considera da un problema minoritario a conver tirse en una de las principales preo cupaciones de salud pública a nivel global. Según los datos más recientes de la OMS, correspondientes al año 2022, alrededor de 2500 millones de adultos tienen sobrepeso, de los cuales al menos 890 millones padecen obesidad 1 . Esta situación refleja un aumento alarmante de su prevalencia en las últimas décadas –se habría más que duplicado desde 1990–, impulsa do por cambios significativos en los patrones alimentarios, la reducción de la actividad física y la abundancia de entornos y contextos que fomentan estilos de vida sedentarios. La obesidad se ha definido tradicio nalmente en base al índice de masa corporal (en adelante, IMC), que rela ciona la masa corporal de una persona con su estatura. Así, valores de IMC ≥ 25 kg/m 2 son indicativos de sobrepe so, mientras que valores ≥ 30 kg/m 2 se consideran propios de la obesidad, correspondiendo una determinación < 35 kg/m 2 con la obesidad de grado I; con obesidad de grado II cuando es < 40 kg/m 2 ; y con obesidad de grado III o mórbida cuando alcanza o supera esta última cifra. No obstante, el IMC es una medida indirecta de la grasa corporal cuyas cifras no siempre reflejan con pre cisión un exceso de la masa lipídica –es el caso, por ejemplo, de atletas u otros deportistas con elevados niveles de musculación, en los que la masa muscular incrementa el IMC–. Por ello, aunque el IMC sigue empleándose de forma rutinaria en la práctica clínica habitual, la determinación directa de
presencia de alteraciones de la función de tejidos, órganos o en la persona en general como consecuencia de un exceso de la masa grasa (adiposidad). El diagnóstico de la obesidad clínica requiere la presencia de ambos o al menos uno de los siguientes criterios: disfunción tisular u orgánica relacio nada con la obesidad (por ejemplo, la presencia de signos o síntomas en un órgano o tejido o de anormalidades de laboratorio ( Figura 1 ); o un impacto significativo en las actividades de la vida cotidiana asociado a los efectos específicos de la obesidad sobre la movilidad y otras actividades rutina rias (como el aseo o la alimentación). La obesidad clínica puede conducir a daños orgánicos graves, ocasionando complicaciones que pueden llegar a poner en riesgo la vida (por ejemplo, infarto de miocardio, ataque cerebro vascular o insuficiencia renal). Por su parte, se definiría la obesidad pre clínica como un estado de exceso de adiposidad en el que la función de teji
la masa grasa constituye una medida más precisa de la situación fisiológi ca del individuo y, en este sentido, la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) define la obesi dad como un porcentaje de masa grasa superior al 25 % en hombres y al 33 % en mujeres. Otra alternativa al IMC –o, más exactamente, otra determinación complementaria en el diagnóstico del sobrepeso y la obesidad– la constituye la medición del perímetro de la cin tura, con unos límites de normalidad situados en hasta 94 cm en hombres y hasta 80 cm en mujeres. Recientemente, un panel de 58 exper tos de distintas especialidades médicas ha publicado un informe en la presti giosa revista científica The Lancet (Ru bino et al ., 2025) con el objetivo de es tablecer una definición de la obesidad clínica en base a criterios objetivos. De este modo, han definido la obesidad clínica como una enfermedad crónica y sistémica que se caracteriza por la
1 Disponibles en: https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/obesty and- overweight.
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